Tomar, ciudad fundada en el siglo XII al abrigo de una fortaleza de la orden templaria que es patrimonio de la UNESCO, tiene un aire muy agradable: el río que atraviesa el pueblo ha sido domesticado rodeándolo de parques con un ambiente muy familiar, antiguamente atravesaba una fundición que parece va a ser reconvertida en centro cultural y museos, y en la media luna que forma el pequeño casco histórico hay un una bonita luz al atardecer.
Dormimos bien en la pensión Luz (27, 50 € la habitación doble con baño, muy limpio) y cenamos un riquísimo bacalao al horno, muy barato, en el restaurante Baía, ambos cerca de la plaza de la República.
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